El protector

A pesar de que la chimenea estaba encendida, el salón de aquella mansión estaba totalmente frío. Curioseba la Luna la escena, asomándose tras el ventanal. Ambos estaban cara a cara, mirándose fíjamente. Los ojos del muchacho estaban aguados, todo su rostro mostraba tristeza. La cara de la chica, por el contrario, se mantenía seria y serena.

- Vete- sentenció la muchacha.

- No... no puedo... el juramento- tartamudeó el chico-... sabes que... se rompe si uno de los dos... muere- la última palabra se ensombreció.

De repente, la chica sacó un revólver de la manga de aquél elegante traje negro. Apuntó al corazón de su protector, sin perder la calma. Él se estremeció, no podía creer lo que estaba presenciando. Cayó una lágrima de su ojo derecho.

- No me obligues a hacerlo.

- Pero... yo...

- ¿Te piensas que por protegerme algo más de año y medio ya me conoces?- gritó de pronto ella- ¿Tanto me apreciabas que hiciste tal juramento?

Apretó el chico los puños. Se armó de valor.

- ¡Sí!

La muchacha cargó el revólver. El eco del martillo del arma llegó a todos los rincones de la sala.

- No lo volveré a repetir. Fuera.

Tragó saliva el chico. Frustrado, triste y sin fuerzas, obedeció. No volvieron a verse.



Una semana después, la muchacha caminaba por el mercado. Alguien le robó la cartera. Antes de que pudiera reaccionar del todo, una piedra lanzada desde algún tejado impactó en la cabeza del ladrón, dejándole inconsciente. Ella recuperó el bolso. Lo apretó con fuerza.


- Ese maldito cabrón...

Corrió hacia el hogar de su antiguo protector, en mitad del bosque. Entró violentamente dentro de la casa. Vio que en la estancia principal, él estaba rezando a sus dioses. Había puesto incienso. Al ver que la muchacha había entrado de aquella manera, se asustó y se levantó de inmediato.

- ¿A qué se supone que estás jugando?- preguntó ella.

- ¿A qué...?

- ¡No te hagas la víctima! Lo de ahora mismo, en el mercado. El ladrón, el bolso, la piedra.

- Ah...- suspiró y giró la vista a otro lado.

- Contesta.

El chico se mordió el labio inferior. Aspiró y le constó.

- He vendido mi alma a mis dioses a cambio de un protector para ti- antes de que ella le dijese algo, continuó-. Si falla una sola vez, él desaparece... y yo muero.

- Eres... eres... un maldito bastardo- bajó la cabeza, entristecida.

ha estado muy bien,sigue asi